y el niño que jugaba a ser rayo
bebieron aquel día
de la fuente de la eterna saciedad
Y el cierre relámpago del hielo
la lluvia subsiguiente
los monitos jocosos
que alimentaban talleres obsoletos
y los gorilas circunspectos
de la novela vana
lloraron sobre el hueso de ese amor
vagando hasta altas horas
de la noche alta
bajo el marfil de antiguas lunas
de un cementerio de elefantes.
A Philip K. Dick
buena selección, muy acertada
ResponderEliminarbesos!
Estás enojado con los vip !qué suerte que lo trasuntás en tan bella poesía!
ResponderEliminarSaludossss